Asombra la aceptación generalizada, en los medios de comunicación, de la aplicación de la técnica de reproducción asistida para la curación de un niño enfermo. Se reduce a una minucia el procedimiento y el descarte de los embriones no utilizados. Negar a estos embriones la posibilidad de desarrollo es un atentado a la vida.
¡Así de sencillo! Siendo la vida el soporte de la humanidad, cualquier atentado contra ella tiene que ser considerado como la peor de las agresiones y totalmente inadmisible: ¡Tolerancia cero! De otro modo una pendiente nos conducirá a casos cada vez más graves: aborto sin límite, eutanasia con una mera justificación económica, eugenesia, guerra, etcétera. Quizá veamos, en un tiempo cercano, un autobús-médico en las plazas principales de la ciudad impulsando la calidad de vida. Un enfermero con bata blanca invita a subir a los ancianos que se le acercan, para un análisis rutinario. Hecho el reconocimiento se interna en un hospital a los que presentan un estado no satisfactorio. Allí en un plis-plas se les liquida (entiéndase sedación humanitaria). Después, se comunica a la familia que no tenía sentido seguir viviendo con una calidad de vida mediocre. Incluso, puede que se llegue a consolar a los deudos con unos miles de euros, como parte del ahorro estimado en tratamientos médicos. Aldous Huxley, con Un mundo feliz se muestra como un principiante. Los que estamos más cerca de los sesenta que de los cincuenta, no podemos descuidarnos.
¡Así de sencillo! Siendo la vida el soporte de la humanidad, cualquier atentado contra ella tiene que ser considerado como la peor de las agresiones y totalmente inadmisible: ¡Tolerancia cero! De otro modo una pendiente nos conducirá a casos cada vez más graves: aborto sin límite, eutanasia con una mera justificación económica, eugenesia, guerra, etcétera. Quizá veamos, en un tiempo cercano, un autobús-médico en las plazas principales de la ciudad impulsando la calidad de vida. Un enfermero con bata blanca invita a subir a los ancianos que se le acercan, para un análisis rutinario. Hecho el reconocimiento se interna en un hospital a los que presentan un estado no satisfactorio. Allí en un plis-plas se les liquida (entiéndase sedación humanitaria). Después, se comunica a la familia que no tenía sentido seguir viviendo con una calidad de vida mediocre. Incluso, puede que se llegue a consolar a los deudos con unos miles de euros, como parte del ahorro estimado en tratamientos médicos. Aldous Huxley, con Un mundo feliz se muestra como un principiante. Los que estamos más cerca de los sesenta que de los cincuenta, no podemos descuidarnos.
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