La semana pasada coincidí en Granada con un profesor de Universidad, que está a punto de jubilarse, ya que pronto va a cumplir los 65 años.
A lo largo de su conferencia, que trataba sobre la educación, dijo que ha impartido clase en todos los niveles de la enseñanza, desde primaria a la universidad.
En su exposición fue enumerando los problemas de la enseñanza, y manifestó que como ahora, nunca la enseñanza ha tenido tantos problemas: falta de respeto hacia los profesores, absentismo, falta de motivación, violencia en las aulas, apatía, etc.
Uno de los asistentes, que se le veía nervioso por lo que estaba oyendo, se levantó, y le preguntó si se conocían las causas de estos problemas. El profesor dijo que sí, que, por supuesto. Entonces el que preguntó dijo: ¿Y por qué no se cambian? El entendido dijo que se tendrían que cambiar los parámetros de la educación, y eso, las autoridades no estaban dispuestas a cambiarlas.
-Alguien se puede preguntar ¿qué parámetros? preguntó el catedrático: La educación diferenciada, la estabilidad familiar, que los padres eduquen a sus hijos, que los profesores se dediquen a enseñar, etc.
-Pues cambiemos los parámetros de la educación, dijo el señor que preguntaba.
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