jueves, 2 de octubre de 2008

Gracias al ángel de la guarda

Ayer estaba en la consulta de un estomatólogo, y he escuchado esta conversación entre dos jóvenes. Uno de ellos que se llamaría Miguel, Gabriel o Rafael, por lo que pude deducir, le decía al otro muchacho: “El lunes por la noche nos desplazamos a Úbeda para celebrar mi onomástica. Después de cenar, nos fuimos al ferial a tomarnos unas copas. Al acabar, cerca de la 1 de la mañana, yo estaba un poco bebido, y tenía que coger el coche para volver a mi pueblo. En la rotonda de Úbeda estaba la guardia civil haciendo un control de tráfico. Los ocupantes del automóvil al ver la benemérita y pensar en mi estado, nos asustamos todos, porque veíamos venir que nos sancionarían. Alguien, en el asiento trasero del coche, rezó al ángel de la guarda una oración, prometiendo que no beberías más, y que haría lo posible para que yo no condujera más en esas condiciones. Al llegar a la altura del control, la guardia civil nos paró, yo asustado. El agente nos dio las buenas noches, nos miró, y nos dijo: -Circulen. Yo y mis amigos, después de recuperarnos del susto, dimos gracias al ángel de la guarda porque me salvó de una buena multa. Y voy a cumplir lo prometido, no conduciré más con un gramo de alcohol”.

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