Lo agarré con muchas ganas, y empecé a leerlo. La verdad es que me enganchó el simpático padre Brown y sus aventuras, y por supuesto, Chersterton.
Reconozco, que por deformación profesional, no aguanto más de una falta de ortografía o de puntuación en un texto. Escribo una falta, porque un fallo lo puede tener cualquiera.
Cuando ya había leído unas trescientas páginas, y me quedaban alrededor de setecientas, observo que el libro que tengo entre manos tiene erratas de puntuación y ortografía. Dejo pasar dos o tres errores, y al cuarto he dejado el libro, al padre Brown y a Chersterton aparcados en la estantería, y he comenzado la lectura de otro libro. No me parece correcto que un tiempo que dedica a descansar leyendo, se vea alterado por las faltas de puntuación y ortografía.
He enviado una nota a la empresa que ha editado el libro, pero he recibido la callada por respuesta. También he tomado nota de la editorial que lo distribuye, para no tropezar otra vez en la misma piedra.
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