Un compañero de trabajo ha venido a verme a mi despacho para comentarme un tema de un alumno. Cuando le he visto, le he notado que le pasaba algo, que tenía alguna contrariedad. Le he dejado que me hablara del problema del alumno, y cuando ha acabado, le he manifestado mi opinión sobre el muchacho.
Cuando ya se iba, le he preguntado si el estado anímico que reflejaba su rostro era por el tema que me había venido a comentar. Se ha girado y me ha dicho: -Me alegro que me preguntes, porque llevo rato dándole vueltas a un incidente que he me ha ocurrido en la Plaza de Santa María.
Había ido al ayuntamiento de Jaén para arreglar un asunto, y a la salida se había encontrado un pobre. Éste le había pedido una limosna. Mi amigo le dio unos euros que llevaba encima, y el pobre le dijo: -Gracias, pero ¿no tendrá usted un trabajo?
Luis ha vuelto desde la Plaza de Santa María hasta nuestro centro dándole vueltas a la pregunta: ¿no tendrá un trabajo?
Y me dice: Si yo tuviera posibilidad de ofertar trabajo, le hubiera dado un empleo a ese señor, porque se le veía en los ojos que quería trabajar y que lo necesitaba.
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