Artículo de David Torres publicado en El Mundo el día 24 de octubre
Este periódico acaba de cumplir 20 años de vida. Felicidades. Sin embargo, ayer, en su edición de aniversario traía una de esas noticias que le amargan la fiesta a cualquiera. A cualquiera que tenga un trozo de corazón, se entiende. Miguel Francisco Montes Neiro lleva ya más de 33 años en prisión. La edad de Cristo más unos cuantos meses de clavo. La biografía de Montes Neiro parece sacada de una película de Hollywood, una de esas epopeyas de presos indomables que se debaten contra la injusticia de un sistema penitenciario hecho para convertir a los hombres en canarios flauta. Sólo que Montes no es Paul Newman tragando huevos duros por una apuesta, ni Burt Lancaster criando gorriones en una celda de Alcatraz, ni Morgan Freeman paseando por el patio. Ni siquiera es un exitoso asesino de ETA con veintitantos muertos a su espalda. No es un actor ni una estrella de Hollywood ni uno de esos matarifes nacionalistas cuyo glamour encandila y hace babear a los jueces hasta el punto de sacarlo de prisión con todos los honores, bajo palio y sobre alfombra roja. Por no tener, Montes no tiene ni un solo delito de sangre en el expediente. Tan poca cosa es que hasta los policías se olvidaron de ir a buscarlo, hace cosa de un mes, para que pudiera ir al urólogo a que le examinara un bulto que le había salido en la ingle. Total, ¿para qué? ¿A quién va a importarle un bledo si la palma? A la poli no, está muy claro. Y a los jueces, menos. Montes lo ha intentado todo para salir a la calle: de la fuga a la súplica, del motín a la hepatitis. También probó la huelga de hambre pero Montes, por desgracia, carece de la convicción interpretativa de ciertas alimañas (capaces de desinflar el costillar a voluntad para fingir el look de un esqueleto viviente) y de los contactos con fotógrafos de cierto virtuoso del asesinato en masa, que llegó a ocupar una página del Times. A la prensa, ya se sabe, nos fascinan los criminales de verdad, los vampiros, los caníbales, las bestias etarras y De Juana Chaos: no un pobre ladrón de tres al cuarto que ni siquiera sabe quejarse como el juez manda. A la representación habitual de la Justicia, cegada por una venda, los tribunales españoles deberían añadir una pinza en la nariz de la estatua. Porque este caso ya huele. Y más que oler: apesta. Una auténtica inmundicia de arbitrariedad, un estercolero del absurdo con las togas llenas de mierda. Cuando salió el número uno de EL MUNDO, este hombre ya llevaba 13 años pudriéndose entre rejas. Saldrá algún día, no les quepa duda, quizá con los pies por delante, pero esa noticia la tendría que dar Kafka.
Este periódico acaba de cumplir 20 años de vida. Felicidades. Sin embargo, ayer, en su edición de aniversario traía una de esas noticias que le amargan la fiesta a cualquiera. A cualquiera que tenga un trozo de corazón, se entiende. Miguel Francisco Montes Neiro lleva ya más de 33 años en prisión. La edad de Cristo más unos cuantos meses de clavo. La biografía de Montes Neiro parece sacada de una película de Hollywood, una de esas epopeyas de presos indomables que se debaten contra la injusticia de un sistema penitenciario hecho para convertir a los hombres en canarios flauta. Sólo que Montes no es Paul Newman tragando huevos duros por una apuesta, ni Burt Lancaster criando gorriones en una celda de Alcatraz, ni Morgan Freeman paseando por el patio. Ni siquiera es un exitoso asesino de ETA con veintitantos muertos a su espalda. No es un actor ni una estrella de Hollywood ni uno de esos matarifes nacionalistas cuyo glamour encandila y hace babear a los jueces hasta el punto de sacarlo de prisión con todos los honores, bajo palio y sobre alfombra roja. Por no tener, Montes no tiene ni un solo delito de sangre en el expediente. Tan poca cosa es que hasta los policías se olvidaron de ir a buscarlo, hace cosa de un mes, para que pudiera ir al urólogo a que le examinara un bulto que le había salido en la ingle. Total, ¿para qué? ¿A quién va a importarle un bledo si la palma? A la poli no, está muy claro. Y a los jueces, menos. Montes lo ha intentado todo para salir a la calle: de la fuga a la súplica, del motín a la hepatitis. También probó la huelga de hambre pero Montes, por desgracia, carece de la convicción interpretativa de ciertas alimañas (capaces de desinflar el costillar a voluntad para fingir el look de un esqueleto viviente) y de los contactos con fotógrafos de cierto virtuoso del asesinato en masa, que llegó a ocupar una página del Times. A la prensa, ya se sabe, nos fascinan los criminales de verdad, los vampiros, los caníbales, las bestias etarras y De Juana Chaos: no un pobre ladrón de tres al cuarto que ni siquiera sabe quejarse como el juez manda. A la representación habitual de la Justicia, cegada por una venda, los tribunales españoles deberían añadir una pinza en la nariz de la estatua. Porque este caso ya huele. Y más que oler: apesta. Una auténtica inmundicia de arbitrariedad, un estercolero del absurdo con las togas llenas de mierda. Cuando salió el número uno de EL MUNDO, este hombre ya llevaba 13 años pudriéndose entre rejas. Saldrá algún día, no les quepa duda, quizá con los pies por delante, pero esa noticia la tendría que dar Kafka.
1 comentario:
Saludos Gabriel.
Soy Antonio Lopez Rodriguez , nacido en Terrassa Barcelona pero de padres andaluces concretamente de Albuñol Granada, he leido esta noticia y me ha sorprendido y se me ha quedado el alma helada , no entiendo, bueno si entiendo , la "justicia" falla y es todo menos justa ...
Entre otras cosas es porque el apellido de mi familia y el que uso artisticamente , soy pintor, es NEIRO.
Me gustaria saber si, tu lo sabes, si Montes Neiro es de Albuñol , no se nada de los origenes ni de familiares que puedan quedar en Granada , y este apellido no es muy frecuente.
Espèro puedas ayudarme , y te adjunto la direccion de mi blog
Gracias
http://terrassart.blogspot.com
A Lopez
Neiro
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