Como veo que es usted moderado y respetuoso en la carta abierta que me dirige para manifestar su desacuerdo con mi artículo del sábado, no quiero dejar de contestarle con la misma moderación y el mismo respeto.
La idea fundamental que usted refuta y que yo no desarrollaré con detalle por falta de espacio y porque ya lo he hecho otras veces en estas mismas páginas, podemos reducirla a lo siguiente: lo mismo que un huevo de gallina empollado no es un pollo o una gallina, un óvulo de mujer fecundado por un espermatozoide, o sea, un cigoto humano, no es un niño o un hombre. Usted no está de acuerdo. Dice que si "yo agarro" un huevo de tórtola, no se convierte en una tórtola. Mi respuesta: si usted "lo agarra", no; pero si la tórtola lo empolla sí. Lo mismo pasa con el cigoto: si se deja en el seno materno, sí, acaba convirtiéndose en un bebé.
Dejemos por esta vez la b ellota, que también, si se siembra, puede transformarse en encina, y la pipa de naranjo, que igualmente puede convertirse en naranjo. Pero insisto: ni un huevo es un pollo, ni una bellota es una encina, ni una pipa es un naranjo. Así que un cigoto tampoco es un ser humano. José María Vaz de Soto. Sevilla
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