Editorial de El Mundo del día 29 de octubreLA HUMILLANTE derrota del Real Madrid del pasado martes en casa del modesto Alcorcón supone un revés demasiado bochornoso para un proyecto cuyo leitmotiv era la excelencia. Aunque el fútbol es un deporte con un alto porcentaje de azar, la patética imagen que ofreció el Real Madrid contra un Segunda B obliga a realizar una reflexión a sus directivos. No se puede hablar de un único culpable, pero el técnico Manuel Pellegrini tiene mucha responsabilidad no sólo en los resultados negativos de las últimas semanas, sino en la desorientación y desmotivación de la plantilla. Cuatro meses después de su llegada, el chileno aún no ha conseguido unir a los jugadores en una idea común de juego (en lo técnico), sacarles el máximo rendimiento (en lo físico), e implicarles en el proyecto (en lo emotivo). La mayoría de las victorias han sido más fruto de la improvisación de sus estrellas que del trabajo en equipo. Al igual que sucede en las grandes empresas -y el Real Madrid lo es- cuando no se obtienen los resultados esperados hay que tomar medidas. Después de Alcorcón, Pellegrini ya ha fracasado.
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