En la mesa, rectangular, se fueron sentando todos los que iban a hablar en el acto. Los que iban a intervenir eran una señora y cuatro caballeros. Mi sorpresa fue mayúscula cuando vi que dejaban a la señora en una punta de la mesa. Según preve el protocolo, en el centro se sienta la persona de más dignidad en el cargo, y a continuación los demás, por orden de cargo. Si una señora se queda la última, jamás se le deja en una punta.
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