Un amigo de Úbeda, Manolo Almagro, ha publicado este articulo en "Úbeda Información".
En una campaña llevada a cabo por la Asociación de Ateos y Librepensadores, se ha colocado carteles en autobuses de Barcelona con el texto: “Probablemente Dios no exista, deja de preocuparte y vive la vida”. Este hecho ha levantado cierta polémica en distintos sectores de nuestra sociedad sobre lo acertado o desacertado de la misma, incluso se hacen defensas bastantes vehementes de cada uno de los criterios.En realidad, creo que los creyentes tenemos muy poco que decir, puesto que se trata de un acto pacífico y respetuoso, fruto de la libertad de expresión y manifestación de la que el Creador ha dotado a todos los seres humanos. No obstante, y con el mismo respeto, quiero hacer dos precisiones, una vez analizado el texto del anuncio. Uno de ellos es el grado de ignorancia, lógico, que los autores tienen sobre la vida de los creyentes, cuando dan por seguro que “no vivimos la vida porque estamos preocupados por la existencia de Dios”. Nada más lejos de la realidad, puesto que una vida en plenitud, de cuerpo y alma, sólo es posible con Dios en nosotros. Pero ésta es una experiencia personal e intransferible que sólo se vive con la fe. El otro apunte, ante la ausencia de más substancia de esta campaña, es la pregunta de cómo el gobierno Tripartito catalán, fiel defensor y benefactor del idioma de Cataluña, no ha obligado a editar los carteles en catalán, como obliga en los establecimientos públicos.Aunque la pregunta que en el fondo ha conducido a la gente, en esta campaña de los ateos, ha sido: ¿Existe Dios? Es la gran pregunta que el hombre se ha hecho siempre. Voltaire hacía una aproximación a la respuesta con su famosa sentencia: “Si Dios no existiera, tendríamos que inventarlo”. Debatir sobre la existencia o la inexistencia de Dios es un tema muy intrigante. Partamos de la base de que no tenemos conocimientos científicos que demuestren su existencia. Siempre decimos que a Dios nadie lo ha visto y que es una cuestión de fe. La definición de fe ya la conocemos: creer en algo que no se ve. A este respecto también resulta muy ilustrativo el famoso dicho de León Tolstoy: “Dios existe, pero no tiene ninguna prisa en hacerlo saber”. A Dios no lo vemos, pero conocemos sus efectos: ¿Por qué el hombre es el único ser vivo con capacidad de raciocinio, capaz de discernir entre el bien y el mal?. ¿Quién le imprimió ese código de conducta? ¿Quién lo hizo diferente al resto de los animales y por qué?. Estos atributos son manifestaciones de un Dios creador, de la misma esencia que Él, a cuya imagen estamos hechos. Alivia pensar en otro gran escritor, Graham Greene, con su reflexión: “No podría creer en ningún Dios al cual comprendiera”.Hay quien afirma que es el hombre quien ha creado o “inventado” a Dios a imagen y semejanza suya. También esta afirmación nos conduce a Dios, porque ¿cuál es la imagen del hombre? ¿cómo se materializa? ¿qué forma tiene? ¿cuánto mide? ¿cuál es su modelo?. Quien tiene fe admite la existencia de Dios; la vive, y en la profundidad de su alma siente su presencia. Nota su existencia real y palpable, de tal manera que en su interior puede establecer un diálogo y puede llegar a tener una relación íntima duradera y creciente. Se dice que la fe es una gracia que la otorga el Espíritu Santo; o sea, Dios. Pero Dios la da a todo el mundo que la pide y quiere tenerla. A todo el que muestra una actitud receptiva, voluntaria de admitirla y de aceptarla con plena libertad. La fe, Dios como todopoderoso y creador, podía imponerla; pero sería entonces un acto de imposición, de privación de libertad con la que todo ser humano ha sido dotado. Seríamos entonces como borregos que van conducidos; o “programados”, como se dice ahora. Hemos sido creados con total y absoluta libertad, hasta con capacidad de enfrentarnos al mismo Creador y renegar de Él. Sin esa libertad, nuestros actos estarían condicionados por la imposición y no tendrían mérito ni valor. La fe, como todo en la vida del hombre, para buscarla y mantenerla, requiere de un esfuerzo. Este esfuerzo nos hace crecer en ella, en la vida y en la gracia de Dios. Sin esfuerzo y sin trabajo la fe no crece, incluso puede llegar a perderse.Sucede igual que en la vida material del hombre, sin trabajo y sin esfuerzo no hay progreso, no hay desarrollo económico, no hay dinero y puede ponerse en juego hasta la propia subsistencia. Manuel Almagro Chinchilla
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