En el periódico Jaén digital me publicaron ayer, día 18 de mayo, una carta en la que hablaba de la píldora del día después. Dos personas me hacen dos comentarios. Uno me dice que como yo soy hombre, no tengo derecho a hablar de este tema. El otro me dice que nadie me va a obligar a tomármela.
Yo puedo hablar de las personas que están en el corredor de la muerte en EEUU. Puedo hablar de los enfermos terminales. Puedo hablar de los derechos de los minusválidos. Puedo hablar de la ablación de los crítoris de las niñas en África. Puedo hablar de la corrucción de los políticos. Puedo hablar del mal trato a las mujeres. Puedo hablar del hambre en el tercer mundo. Puedo hablar de la lucha por la pornografía infantil, etc. Y no estoy en el corredor de la muerte, no soy enfermo terminal, no soy minusválido, no soy político, no tengo esposa, no paso hambre, no juego con la pornografía y no tengo clítoris.
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