Todo lo que escribo a continuación lo he copiado de "Hablar con Dios" Tomo VI de Francisco Fernández Carvajal.
Nació en Siena en el año 1347. Ingresó muy joven en la Tercera Orden de Santo Domingo, sobresaliendo por su espíritu de oración y de penitencia. Llevada de su amor a Dios, a la Iglesia y al Romano Pontífice, trabajó incansablemente por la paz y unidad en la Iglesia en los tiempos difíciles del destierro de Avignon. Se trasladó a esta ciudad y pidió al Papa Gregorio XI que regresara cuanto antes a Roma, donde el Vicario de Cristo en la tierra debía gobernar la Iglesia. «Si muero, sabed que muero de pasión por la Iglesia», declaró unos días antes de su muerte, ocurrida el 30 de abril de 1380.
Escribió innumerables cartas de las que se conservan alrededor de cuatrocientas, algunas oraciones y «elevaciones» y un solo libro, El Diálogo, que recoge las conversaciones íntimas de la Santa con el Señor. Fue canonizada por Pío II y su culto se extendió pronto por toda Europa. Santa Teresa dijo de ella que, después de Dios, debía a Santa Catalina, muy singularmente, el progreso de su alma. Pío IX la nombró segunda Patrona de Italia y Pablo VI la declaró Doctora de la Iglesia.
Escribió innumerables cartas de las que se conservan alrededor de cuatrocientas, algunas oraciones y «elevaciones» y un solo libro, El Diálogo, que recoge las conversaciones íntimas de la Santa con el Señor. Fue canonizada por Pío II y su culto se extendió pronto por toda Europa. Santa Teresa dijo de ella que, después de Dios, debía a Santa Catalina, muy singularmente, el progreso de su alma. Pío IX la nombró segunda Patrona de Italia y Pablo VI la declaró Doctora de la Iglesia.
"Santa Catalina nos enseña a hablar con claridad y valentía cuando los asuntos de que se trate afecten a la Iglesia, al Romano Pontífice o a las almas. En muchos casos tendremos la obligación grave de aclarar la verdad, y podemos aprender de Santa Catalina, que nunca retrocedía ante lo fundamental, porque tenía puesta su confianza en Dios".
"Pidamos hoy a Santa Catalina que nos transmita su amor a la Iglesia y al Romano Pontífice, y que tengamos el afán santo de dar a conocer la doctrina de Jesucristo en todos los ambientes, con todos los medios a nuestro alcance, con imaginación, con amor, con sentido optimista y positivo, sin dejar a un lado una sola oportunidad".
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