sábado, 19 de mayo de 2007

La mejor lección

Me cuenta un amigo, profesor de matemáticas, un suceso que le ocurrió al entregar examen, corregido, que había puesto a sus alumnos de 2º de Bachillerato. Después de distribuir el examen y de corregirlo en la pizarra, al acabar la clase, uno de los mejores alumnos le recriminó acusándole que mi amigo era el culpable de su suspenso, porque no había tenido tiempo de finalizar la prueba. El profesor vio, que las preguntas todas estaban contestadas, pero equivocadas, y el muchacho le dijo que no era cierto. Durante la conversación el profesor observó que el alumno tenía los ojos vidriosos. Para que no llorara en público se lo llevó a su despacho, a solas, le dijo que no se preocupara, que un fallo lo tiene cualquiera. El alumno le contestó que era la primera vez que suspendía un examen, y que no le gustaba. Mi compañero de profesión le habló de los muchos fracasos, alfilerazos, desengaños, etc., que tendrá a lo largo de toda su vida. El alumno se fue cabizbajo del despacho. Al día siguiente, en clase, le pidió disculpas al profesor y a sus compañeros, por su comportamiento del día anterior, y después, en el despacho del profesor de matemáticas le dio las gracias por la conversación del día anterior, y le dijo que el día anterior le había dado le mejor lección de su vida que siempre la recordaría.

1 comentario:

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Muy bonita esta historia, casi demasiado para ser cierta: ¿lo es?