lunes, 28 de mayo de 2007

Cristo no murió en la Cruz

El domingo pasado publicó el periódico Ideal una entrevista a un médico forense, Miguel Llorente, que ha publicado el libro “42 días” la pasión y muerte de Jesús, y da una explicación científica a su resurrección basada en las manchas de la Sábana Santa. El autor dice que la Sábana de Turín envolvió el cuerpo vivo, no muerto de Cristo. La teoría del forense es que Jesús entró en un estado de “coma superficial”.
Después de leer el reportaje “Cristo no murió en la Cruz”, se me ocurren una serie de ideas que creo son interesantes reflexionar sobre ellas. En primer lugar, yo no tengo que enmendarle la plana a un médico forense. De medicina no tengo ni idea, hasta tal punto que no sé la diferencia entre un resfriado y un catarro. Por lo tanto, la teoría del doctor Llorente merece mis respetos, porque él es un entendido de la medicina.
Me choca mucho que el médico forense no haya tenido en cuenta la Sagrada Escritura. “Jesús, dando una voz fuerte, expiró. Y el velo del templo se partió en dos partes de arriba abajo. Viendo el centurión, que estaba enfrente a El, de qué manera expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre era hijo de Dios” (Mc. 15, 37-39). Todos sabemos que el significado de rasgarse el velo del templo, por la muerte de Cristo, es porque ha caducado el culto de la antigua alianza. Con la muerte de Cristo en la cruz, ya somos hijos de Dios, porque el sacrificio se ha consumado. La víctima, Cristo, ha muerto por los hombres. Por el árbol del paraíso perdimos la amistad con Dios, y por el árbol de la cruz, Cristo nos ha redimido.
“Pilato se maravilló de que ya hubiera muerto, y haciendo llamar al centurión, le preguntó si en verdad había muerto ya. Informado del centurión, dio el cadáver a José, el cual compró una sábana, lo bajó, lo envolvió en la sábana y lo depositó en un monumento que estaba cavado en la peña, y volvió la piedra sobre la entrada del monumento. María Magdalena y María la de José miraban dónde se le ponía.” (Mc. 15, 44-47). En estos versículos, queda claro que Cristo murió, y fue depositado en el sepulcro de José de Arimatea. Pilatos puso una patrulla de soldados a la puerta del sepulcro, por miedo al robo del cuerpo del Señor. Recordemos, también, que el primer día de la semana, las mujeres cuando se dirigen hacia el sepulcro se preguntarán quién les ayudará a mover la piedra. Dice san Pablo: “Si la resurrección de los muertos no se da, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación. Vana nuestra fe” (I Co 15, 13-14). Podría seguir con más referencias de la Sagrada Escritura, pero me parecen suficientes, con las ya expuestas. Tenemos que tener mucho cuidado con las afirmaciones que hacemos, porque podemos hacer mucho daño a las personas que nos leen o nos escuchan.

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