En este mes se cumplen 80 años desde que San Josemaría Escrivá supo que el Opus Dei era también para las mujeres. El Señor se lo hizo ver el 14 de febrero de 1930. En los momentos actuales, en que impera una ideología de género, que intenta cambiar la realidad de la naturaleza del hombre, me ha impresionado la claridad con que hablaba Josemaría Escrivá en el libro de “Conversaciones”, número 87: “Desarrollo, madurez, emancipación de la mujer, no deben justificar una pretensión de igualdad —de uniformidad— con el hombre, una imitación del modo varonil de actuar; eso no sería un logro, sería una pérdida para la mujer: no porque sea más o menos que el hombre, sino porque es distinta”.
“Exactamente igual que el hombre, la mujer tiene la dignidad de persona y de hija de Dios. Pero a partir de esa igualdad fundamental, cada uno debe alcanzar lo que le es propio; y en este plano, emancipación es tanto como decir posibilidad real de desarrollar plenamente las propias virtualidades: las que tiene en su singularidad, y las que tiene como mujer”. La disposición natural de la mujer hacia la vida favorece a una apertura especial a la persona, una particular capacidad de darse, de entregarse. Por eso se hace más apta para ser el corazón de la familia. Al impulso directísimo del fundador del Opus Dei se debe que en todo el mundo haya instituciones educativas dedicadas a preparar profesionalmente a muchas jóvenes para el trabajo del hogar, de modo que estas tareas reciban el reconocimiento que merecen, tanto en las leyes civiles como en la conciencia social. En los años 40 dijeron a San Josemaría que la obra había nacido con cien años de antelación. Más adelante, a mediados de 1960, su espíritu era confirmado solemnemente por la Iglesia. Al reflexionar sobre estas declaraciones, me siento orgullosa de haber nacido mujer. Como ha expresado el actual prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, éste es un año de acción de gracias, que personalmente, procuraré recorrer de la mano de la Virgen.
María Pepa del Pino Muñoz
“Exactamente igual que el hombre, la mujer tiene la dignidad de persona y de hija de Dios. Pero a partir de esa igualdad fundamental, cada uno debe alcanzar lo que le es propio; y en este plano, emancipación es tanto como decir posibilidad real de desarrollar plenamente las propias virtualidades: las que tiene en su singularidad, y las que tiene como mujer”. La disposición natural de la mujer hacia la vida favorece a una apertura especial a la persona, una particular capacidad de darse, de entregarse. Por eso se hace más apta para ser el corazón de la familia. Al impulso directísimo del fundador del Opus Dei se debe que en todo el mundo haya instituciones educativas dedicadas a preparar profesionalmente a muchas jóvenes para el trabajo del hogar, de modo que estas tareas reciban el reconocimiento que merecen, tanto en las leyes civiles como en la conciencia social. En los años 40 dijeron a San Josemaría que la obra había nacido con cien años de antelación. Más adelante, a mediados de 1960, su espíritu era confirmado solemnemente por la Iglesia. Al reflexionar sobre estas declaraciones, me siento orgullosa de haber nacido mujer. Como ha expresado el actual prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría, éste es un año de acción de gracias, que personalmente, procuraré recorrer de la mano de la Virgen.
María Pepa del Pino Muñoz
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