domingo, 20 de junio de 2010

Nuestros políticos

Hace unos meses el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), de febrero de 2010 hizo público un sondeo donde se reflejaba que el tercer problema que más preocupa, sorprendentemente, a los españoles son los políticos, por encima del terrorismo.
El primer problema de los españoles es el paro, y el segundo la crisis económica que tenemos encima.
Uno se pregunta: ¿cómo es esto posible? Hace unos días leí un artículo de Aceprensa (5 mayo 2010-nº 33/10),que tenía por título: "La política en la era del desencanto" escrito por Juan Manuel Burgos, que me parece muy acertado en este tema tan interesante.
El autor hace una introducción diciendo que las democracias consolidadas, se refiere a las democracias más antiguas, el desencanto de los ciudadanos respecto a sus políticos es menor, precisamente por el bagaje que tienen de democracias.
Respecto a España habla de nuestra democracia, y dice que es muy joven, y que debemos de tener en cuenta la dictadura de Franco, así como los años preliminares de la Guerra Civil y el siglo XIX.
Burgos afirma que la corrupción de los políticos es el principal motivo de desencanto de los ciudadanos, a ello se une la dilatación en el tiempo de los juzgados, para solucionar estas corrupciones .
El segundo motivo es la falta de proyectos de los políticos que están en el poder, parece o da la sensación que gobiernan a golpes, según les vaya el aire, pero no solucionan los verdaderos problemas del país.
Otra de las causas es el deterioro de la imagen de los políticos. Los ciudadanos piden más de lo que sus políticos pueden dar, podríamos llamarlo falta de competencia profesional, parece que los políticos no están lo suficientemente preparados.
Yo también añadiría un cuarto motivo, el ejemplo. Cuando vemos el congreso y el senado casi vacío, los votantes pensamos mal, y con razón de nuestros representantes, porque vemos que no se toman en serio nuestra representación.
Una de las soluciones que propone Juan Manuel Burgos es que los políticos no tengan disciplina de voto, como ocurre en algunas democracias, pues posiblemente sería bueno para España y cambiaría la visión de los políticos.
Muchos ciudadanos opinan que las listas tendrían que ser abiertas, nos olvidaríamos de las siglas, y votaríamos a las personas.

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