martes, 3 de junio de 2008

¡Hijo mío!, ¿te has hecho daño?

Hace unos días saltó a los medios de comunicación la noticia de una señora que había dejado a su madre, una anciana de 71 años, en la puerta de un geriátrico de Asturias, sin ninguna explicación. No tengo palabras para comentar el hecho, me vienen a la cabeza dos anécdotas:
1ª. Un señor está jugando a las cartas con varios compañeros, pierde todo lo que poseía. Entonces, como quiere seguir jugando, decide jugarse el corazón de su madre. También lo pierde. Va a su domicilio, mata a la madre y le extrae el corazón. Como quiere pagar pronto la deuda, corre hacia el lugar donde se encuentran los compañeros de juego. En su huída, tropieza, él y corazón se van por los suelos. A los pocos segundo, se oye una voz que sale del corazón y dice: ¡Hijo mío!, ¿te has hecho daño?
2ª. Leí una vez en una novela japonesa, que un hijo decidió llevar a su padre a un lugar donde vivían muchos ancianos. Al no poseer medio de transporte, el hijo llevaba al padre en brazos. Como el trayecto era largo, se cansó e hizo un descanso al lado de una piedra. El padre le dijo al hijo: -Aquí mismo hice yo un descanso, cuando llevaba a mi padre al mismo lugar que me llevas tú. Entonces el hijo dio media vuelta, y se llevó otra vez a su padre a su domicilio.

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