domingo, 26 de diciembre de 2010

El sentido del ridículo

¿Ustedes creen que existe el sentido del ridículo? Alguno de los oyentes de "Hoy por hoy" debe pensar que estos días de fiesta me han sentado fatal, y que por eso empiezo mi comentario de este lunes con esta pregunta tan directa.
Me explico. La semana pasada fui a celebrar la Navidad con unos amigos a un restaurante de Jaén. No se crean que era un restaurante cualquiera, la verdad es que es uno de los mejores de nuestra provincia.
Cuando llegamos la camarera nos indicó cuál era nuestra mesa, al lado de un matrimonio y tres hijos. La camarera nos trajo la carta, y cada uno de los comensales elegimos lo que queríamos comer. 
Todo fue muy bien, hasta que poco a poco, fueron llegando más comensales, todos de la misma empresa, y se fueron aposentando en un apartado. Ellos eran alrededor de 40 personas.
Al cabo de un rato, nuestros compañeros de restaurante, a medida que pasaba el tiempo se fueron animando: gritos; ruidos con matasuegras y toda clase de instrumentos; villancicos, algunos subidos de tono; etc.
En la mesa que yo me encontraba era imposible mantener una conversación, ni subiendo los decibelios.
De pronto, nuestros vecinos aparecen disfrazados con pelucas, gafas, antenas en la cabeza, etc.
Al ver lo que pasaba, el matrimonio y sus hijos, que estaban en la mesa de al lado se levantaron, y se fueron, lo mismo hicimos nosotros. 
El dueño del restaurante salió a nuestro encuentro pidiéndonos disculpas, y diciendo que habían perdido el sentido del ridículo. Yo aproveché para decirle, que también habían perdido la vergüenza.
Esta escena en un país de Europa es impensable. Yo he visitado varias veces Francia, y pasas por delante de los bares y restaurantes y no se oye ni una mosca, en cambio en nuestro país, cuando pasas por delante de algún establecimiento parece que nos estemos peleando. Por desgracia, España sigue siendo diferente.
¡Buenas tardes! y feliz año 2011.  

domingo, 12 de diciembre de 2010

Comedor solidario en San Roque

Si digo que estamos en una profunda crisis económica, y que hay mucha gente en nuestra provincia y en nuestra ciudad que no tiene nada que llevarse a la boca, tampoco hago un gran descubrimiento.
Me explico. El sábado pasado estuve en Jaén, y como tenía que hacer unas compras en la Avenida de Madrid, pasé por la parte trasera de la Parroquia de San Roque.  Vi que había un grupo de personas, alrededor de 120, que estaban haciendo cola. Le pregunté a mi acompañante qué esperaban. Me dijo que estaban esperando que se abriera el comedor de la parroquia.
Este comedor funciona desde hace casi un año y medio. Fue una iniciativa del sacerdote de la parroquia don Juan Herrera ayudado por José María Pardo y Francisco Duro, y alrededor de 20 voluntarios. En un principio repartían bocadillos a los pobres que había delante de la puerta, pero poco a poco, y con la crisis aumentaron los indigentes, y el sábado pasado comieron alrededor de 156 personas.
Colaboran con la parroquia el banco de alimentos de Jaén, Cáritas y una panadería.
Al preguntarle a  José María Pardo, porqué colabora con el comedor, me cuenta una anécdota que le sucedió a una monjita de la orden de la madre Teresa de Calcuta. Cuando ingresó en el convento, el primer día la destinaron a un comedor solidario de Londres. A la vuelta la superiora le preguntó cómo le había ido. Ello le respondió que había estado toda la tarde con Jesús.
Felicitar a todas las personas que colaboran con este comedor, porque lo hacen de una manera altruista, dedican varias horas de su tiempo al día, y no piden nada a cambio.
Esto sí que es una buena noticia.