Eres alta y engreída.
A tus pies descansa Andorra;
sólo algunos van a verte,
querida Comapedrosa.
El miércoles te visité
desde el hotel Patagonia,
con Benito, Luis y Gabriel,
los cuatro en plena forma.
Nos costó trabajo salir,
¡no aparecían las bolsas!
Por fin se inició la marcha
ya repletas las alforjas.
El cuarteto pronto rompió;
Luis iba siempre a su bola,
se habló de los once metros ,
pero se lo tomó a broma.
Presto, cogimos altura,
en subida cadenciosa;
hubo un acuerdo de mínimos:
descansar casa dos horas.
A la vera de un riachuelo
encontramos una alfombra;
una brisa suave fluía,
no había mosquitos ni moscas.
Dejamos atrás el refugio,
¡se nos acaba la sombra!
Cruzamos un verde valle,
de nuevo vienen las rosas:
Un negro lago aparece,
al culminar una trocha;
ya te tenemos a tiro,
querida Comapedrosa.
Estás un poco alejada,
no te extrañes de estar sola;
en sí, eres fea y seca,
pero lo del entorno te adorna.
Julio H.
En el senderismo es una norma elemental de prudencia no separse más de once metros
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